viernes, 20 de mayo de 2011

La misericordia del buen ciudadano

Cuando el hambre acomete al cuerpo, las dificultades del pensamiento por encontrar remota clarividencia, son indescriptibles. El pobre, de estómago maldito, aullante, apenas concibe una mente sin la idea clave, única, de la adquisición de alimento.

Nosotros, que vemos de sobra cubiertas nuestras necesidades diarias, nos distraemos con raciocinios elevados, filosofía y literatura que abraza al buen ciudadano. Y en tan lúcida prosperidad nos ofrecemos a ayudar al pobre, o al menos eso es lo que puede parecer a primera instancia.
La pregunta sería por la transparencia de los socorros que el Primer Mundo envía año  tras año a regiones como
África. ¿Con qué fin se llevan a cabo tales acciones? ¿Es acaso la caridad el motivo prioritario?

Quizás, y ojalá fuese así. No puedo posicionarme en contra de mejoras sanitarias, educacionales ni en general higiénicas, ni tampoco tachar de negativo una mejora nutricional de los pueblos subdesarrollados, sin embargo debo reflexionar ante todo sobre el impacto real que nuestra intervención, extranjera y muchas veces extraña, tiene sobre el individuo afectado. 
Manos Unidas, quizás una de las ONG más famosas, tuvieron durante el año 2009 numerosos proyectos por gran parte del continente africano, parte de Asia y también de zonas en miseria de América del Sur. 
Entrando en su página web nos encontramos con un panorama que no puede tomarse, a priori, como algo negativo. http://www.manosunidas.org/ 
Curiosamente observé en la barra lateral un apartado destinado a los datos económicos. Aquí os expongo sus gráficos correspondientes nuevamente al año  2009.



Parte de sus ingresos son públicos, teniendo como centro pues el Estado, pero ¿acaso es algo negativo?
La mayoría de personas no colaboran con ONG's o demás asociaciones caritativas con pretextos que no mencionaré por vergüenza, teniendo en cuenta que la mayoría alude a la intransparencia y a la estafa.
Sin duda habrá entidades que se aprovechan de la situación, cuyas rentas remiten nuevamente a bolsillos europeos, sí, no lo cuestiono. Pero lo cierto es que el promedio de los ingresos de un ciudadano cualquiera, y el alimento sobrante para una dieta normal, que este consume, bastaría para sacar adelante a varios etíopes, mauritanos o filipinos. 


Menos respeto merecen a mi punto de vista las multinacionales que se asientan en, quizás el mismo territorio de las ONG, pero más bien para sacar rendimientos económicos. Es decir, H&M tiene talleres esparcidos por todo el Tercer Mundo, dando empleos y un sueldo a miles de personas, pero ¿es acaso tener un empleo sinónimo a tener un mínimo nivel de bienestar? Sin duda, la respuesta es un NO, cuando se trata de países sin un sueldo mínimo razonable, sin servicios públicos que posibilitan el proceso de desarrollo. 
La explotación resulta triste cuando miramos los horarios y las conductas de trabajo de tantos proletarios extranjeros, cuando observamos que su vida consiste en 14 horas cosiendo botones, o cualquier otra actividad en serie que solo renueva la monotonía de la miseria, no digamos ya la explotación infantil.


Pensemos pues, con frialdad, asunto complejo frente a imágenes sensacionalistas enviadas por todos los bandos posibles. Es difícil, la pobreza continua, a veces se expande mismo por nuestra culpa. Pero tampoco podemos cerrar los ojos, irnos, a) porque las empresas se opondrían por claros fines económicos y b)porque nuestra ayuda, al fin, bien aplicada, podría suponer el auténtico trasfondo del bienestar: alimento, sanidad y cultura.

Alguien debe poner freno, pero...si son ellos, con una revolución como muchos insinúan, caerán ante nuestras armas, hasta más desarrolladas que nuestra poesía, que ya es decir. Y el círculo vicioso de la pobreza seguirá a mil kilómetros de aquí.

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